lunes, 4 de enero de 2010

UN HERMOSO ATARDECER EN OIA

      ¿Puede haber algo más romántico que un atardecer frente al intenso azul del mar Egeo?

De pie al borde de un acantilado, Oía me regalò todo su esplendor. Vestida de acuarela, con un cielo despejado y sereno, casi conciliador; se mostraba imponente. Un lugar perfecto donde hubiera podido pasar hora tras hora observando sus negras arenas y el intenso color del mar Egeo. Sus aguas tranquilas iban desapareciendo a lo largo del horizonte en un perfecto contraste con la palidez del cielo. Las casas blancas resaltaban las cúpulas azules de las iglesias ortodoxas que salpicaban la ladera. Cuando al fin mis ojos habían descifrado esa extensa paleta de maravillosos colores e impresionante belleza, de manera sorpresiva llegò el atardecer en Oía. Jamás se borrará de mi mente ese espectáculo alucinante que me ofreció la naturaleza. Allí, en la cima de uno de sus altos acantilados, sentía que el mundo estaba a mis pies.

El cielo se descomponía en una gama de intensos colores que lograron encender el mar. La nitidez iba desapareciendo, el silencio era ensordecedor. El viento acariciaba mi pelo, cerré los ojos y lo sentì jugar impúdicamente con la tela de mi vestido. Mi piel se tornó roja con matices naranja, colores que de manera bondadosa el sol me concedía; hasta que en un mágico momento, en el centro del espectáculo, el sol abandonó el escenario. No podía dejar de observar mi piel. Nunca me había dado cuenta lo hermosa que era, llegando a despertar en mí una sensualidad extrema.

En uno de los cafés que balconean hacia el mar, un grupo de personas comenzaron a bailar una danza griega; pero nada logró distraerme, el cielo me hablaba, el sol me decìa adiós.

Comencé a caminar por sus intrincadas callejuelas y encontré la mejor terraza de un bar cuya vista era la caldera del volcán. Allí me senté, y mientras llevaba la copa de Ouzo a mi boca, me di cuenta que no busco la naturaleza para distraerme o pasar un momento de serenidad, la busco para despertar pasiones, las que con su riqueza desbordante logran regalarme un torbellino de placer. 

No se si volveré a Santorini, no pude captar con mi cámara tan impactante belleza, pero ese atardecer quedó grabado en mi mente para siempre, y lo recordaré como una de las mejores experiencias que han pasado por mi vida.





    

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3 comentarios:

  1. HOLA MARI CARMEN
    ESTOY SIGUIENDO TU BLOG,QUE ES MUY INTERESANTE,PARA LOS AMANTES DE VIAJAR Y TAMBIEN PARA LOS LECTORES.
    POR CIERTO EL CLASICO DE LOPE DE VEGA "FUENTEOVEJUNA" LO VOY A RELEER.
    TU SIGUE CON TU BLOG,QUE YO TE SEGUIRE.
    UN PETO

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  2. Gracias Maria Teresa, que bueno que sigas mi blog, esto me motiva mucho a continuar.......

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  3. Lo romantico y lo magico esta siempre presente en tu blog. Creo que la posibilidad de vivir y comparar lugares y momentos amplia la capacidad de crear estas narraciones. Let the good times roll!. Andy

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